Las 3D siguen teniendo su público, pero todo apunta a que las pantallas reducen su curvatura y que ganan en definición, doblando el actual 4K. Cuando hablamos de tendencias de tecnología no debemos olvidar que esto no significa que en cada hogar vaya a haber unas gafas de realidad virtual y un coche autónomo en el garaje.
Los fabricantes asumen que cada producto tiene su público y que muchas de sus innovaciones no serán populares, sino que irán a las manos de un público muy concreto. Sin embargo, ninguna marca quiere quedarse atrás tampoco en esos desarrollos porque son una forma de mostrar todo aquello de lo que son capaces.
Así sucede, y mucho, en el mundo de la imagen y el vídeo. ¿Podemos decir que las tres dimensiones fueron un bluf? Quizá se puede reconocer sin duda que no llegaron a extenderse como se esperaba, en parte por la fatiga causada a muchos espectadores y porque no se han producido contenidos suficientes para que el usuario medio valore muy positivamente tener un equipo apropiado en su casa. Sin embargo, hay que reconocer que sigue teniendo su público.
Algo similar ha sucedido con las pantallas curvas: en los últimos modelos lanzados hemos apreciado cómo esa curvatura se ha ido suavizando y cómo también siguen teniendo su mercado. Hacia lo que sí parece caminar la industria con paso seguro es hacia el 4K -con el abaratamiento de los equipos- y, durante este año, se avanzará hacia el 8K. En algunas ferias ya hemos tenido oportunidad de ver contenidos en este nivel de calidad, que duplica la resolución del 4K o UHD. Todo apunta a que el usuario se seguirá lanzando por contenidos en dos dimensiones, pero con niveles de resolución cada vez mejores.
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