La pluma del cuervo.
Es difícil de creer que eres mi hermano, mi sangre y carne. Siento que me hundes los dedos dentro de los ojos. No paras, de forma incesante me amargas los sentidos.
Es complejo creer que una vez me crie contigo y hablamos de sueños futuros, la vida y la muerte. Me encendiste como antorcha y me usaste para perseguir demonios entre la niebla.
Horas enteras de juegos y anécdotas adolecentes, caminos recorridos y vistas infernales. Me utilizaste para violar a mis amigas y escupiste en sus rostros mientras te adoraban.
Con ojos llorosos nos sentábamos en la cama mientras compartíamos nuestros temores como los antiguos apóstoles. Agujereaste mi cabeza y vertiste en ella el veneno del mundo y la aniquilación de miles de siglos.
Pasamos por tendencias y modas, nos sentimos únicos en la elite social. Por tus palabras me arrastre en el pantano del insulto y comí basura que defecaban tus conocidos, para que te pararas sobre mi espalda huesuda y fueses alabado.
Te detesto hermano mío, ya no soporto tu vanidad y poco desarrollo, me lastimas como larvas de moscas saliendo por mis costados, no dejas sino miseria y hambre en tu nombre. Si debo ser la mano del destino, te juzgare, comeré y vomitare en la tierra infértil, donde nada puede salir de ti.
Es hora de despertar hermano mío, que ya llega tu atardecer y mi amanecer. Donde fluyo triunfante de la oscuridad de tus manos, mientras caes al estomago consumidor de tus palabras. Y por fin veras como se debe carcomer la polilla ante la implacable luz de la razón.
Gustavo Verenzuela
@guzverenzuela
Facebook/Guz Verenzuela
gustavoverenzuelam@gmail.com
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